Cuentos para mis hijos.
Tío Conejo y Tío Tigre
Hambriento como de costumbre, el tigre buscaba que comer entre los rastrojos y el monte, y rugía de hambre porque nada encontraba. Así que busco entre los animalitos más pequeños a quién devorar, y se fijó en el conejo y le montó casería todo el santo día hasta entrada la noche.
Ya muy cerca del conejo, lo vio sentado a la orilla de un río comiendo con gran gusto algo que al parecer lo llenaba también de alegría.
El tigre lleno de curiosidad se le acerca sigiloso, husmeando el aire, a ver si sentía la comida del conejo que se saboreaba con un gusto tan grande que hacía que al tigre se le saliera la baba a cántaros.
-Compa conejo ¿qué come con tanto gusto?- preguntó el tigre.-Queso con miel- responde entusiasmado el pequeño animalito.-¿y dónde hay de eso?- dice el tigre-Bueno, fíjese que la luna esta hecha de queso puro y mírela –señalando el reflejo brillante de la luna en el lago, redondo y amarillento como un enorme queso--Nada más tiene que echarse al agua y cortar un pedazo. Y fíjese que en el fondo del charco hay unas piedras prietas hechas de miel pura. Les arranca un pedazo y a comer se ha dicho- relató el conejo.
Al tigre, semejante sarta de embustes le parecía demasiado sabrosa como para no intentar comerse el queso, la miel y un conejo. Así que se tiró al charco, amarrada la cintura con piedras y allí estuvo tratando de sacar el queso y la miel.
En balde todo el esfuerzo. Casi ahogado sale a la orilla, resoplando medio muerto y molesto con el conejo, que del bichito ese quedaba apenas el rastro.
Hambriento como de costumbre, el tigre buscaba que comer entre los rastrojos y el monte, y rugía de hambre porque nada encontraba. Así que busco entre los animalitos más pequeños a quién devorar, y se fijó en el conejo y le montó casería todo el santo día hasta entrada la noche.
Ya muy cerca del conejo, lo vio sentado a la orilla de un río comiendo con gran gusto algo que al parecer lo llenaba también de alegría.
El tigre lleno de curiosidad se le acerca sigiloso, husmeando el aire, a ver si sentía la comida del conejo que se saboreaba con un gusto tan grande que hacía que al tigre se le saliera la baba a cántaros.
-Compa conejo ¿qué come con tanto gusto?- preguntó el tigre.-Queso con miel- responde entusiasmado el pequeño animalito.-¿y dónde hay de eso?- dice el tigre-Bueno, fíjese que la luna esta hecha de queso puro y mírela –señalando el reflejo brillante de la luna en el lago, redondo y amarillento como un enorme queso--Nada más tiene que echarse al agua y cortar un pedazo. Y fíjese que en el fondo del charco hay unas piedras prietas hechas de miel pura. Les arranca un pedazo y a comer se ha dicho- relató el conejo.
Al tigre, semejante sarta de embustes le parecía demasiado sabrosa como para no intentar comerse el queso, la miel y un conejo. Así que se tiró al charco, amarrada la cintura con piedras y allí estuvo tratando de sacar el queso y la miel.
En balde todo el esfuerzo. Casi ahogado sale a la orilla, resoplando medio muerto y molesto con el conejo, que del bichito ese quedaba apenas el rastro.